
Marco Barba
Nací en Fene, un pequeño pueblo junto a la ría de Ferrol, en 1977.
Cuando tenía cuatro años mi familia se trasladó a vivir a una zona rural del Oeste de León, dentro del actual «Monumento Natural Las Médulas», de apenas 150 habitantes. Era una época y un contexto donde la relación con los animales era dura y frágil.
Crecí hípicamente aislado, y en muchos otros aspectos también y, aunque siempre creí que eso era parte de mi frustración, con el tiempo me di cuenta de que fue mi salvación. Siempre me gustó entender y llevarme bien con todo tipo de animales, especialmente con los caballos, por los que desde siempre sentí una inexplicable atracción. En este entorno estos fueron los ingredientes que moldearon mi relación actual con ellos, ya que de la única información que disponía en aquellos momento de mi vida eran las sensaciones que mutuamente nos transmitíamos.


Así pues, durante toda mi vida crecí sintiendo los aciertos y errores que se sucedían sin mediar palabras. Más tarde comencé a fotografiar los sutiles cambios que creía observar en mis caballos y no confiaba en ver por mí mismo. Un día miré atrás y tenía material suficiente como para escribir un libro. Y lo escribí.
A los 19 años fui a la Universidad, me licencié en Bellas Artes, luego obtuve el CAP en la Universidad de León; a partir de ahí ya me dediqué profesionalmente al mundo del caballo, sobre todo a la doma, al entrenamiento de caballos y jinetes de todo tipo de disciplinas y a mi proyecto personal, resolver un puzle físico y emocional llamado caballo.
Mi deseo es ayudar a las personas a comprenderlo para que ambos, jinetes y caballos puedan vivir juntos una vida mejor, mucho más consciente, mucho más plena.

¿POR QUÉ DOMAR A UN CABALLO?
El caballo puede resolver una equitación de un gran nivel y con una buena actitud si se lo proponemos desde su naturaleza, respetando las leyes que han diseñado su forma de ser y su arquitectura, sin forzarlas para satisfacer nuestras necesidades egocéntricas ni someterlas a nuestros miedos, sino más bien educando su cuerpo y su mente para que funcionen.
A partir de ahí sólo debemos respetarlo y acompañarlo sin hacer ruido, como meros pasajeros.
Será entonces cuando la equitación, además de hacernos disfrutar a nosotros, los humanos, ayudará al caballo a moverse mejor, a relacionarse mejor, a vivir mejor. No sólo no le perjudicará, sino que podrá aportarle algo más, la excelencia creativa.
Suena sencillo, pero no lo es. Implica por parte del humano un trabajo enorme hacia sí mismo, hacia la transformación de sus instintos y gestos más primarios. Por parte del caballo tampoco lo es, deberá convertir su miedo en curiosidad, su dependencia en libertad y volverse nuevamente ligero con un peso artificial.


RANCHO EL CAMINO REAL, NUESTRO HOGAR
LOS INICIOS
Cuando tenía 28 años y por una circunstancia familiar, abandoné mis viajes y proyectos para ponerme a construir con mis propias manos «literalmente», lo que hoy es mi hogar y el de mis caballos, mi laboratorio, un lugar al que ya en 1999 había llamado «Rancho El Camino Real».
LAS MÉDULAS
Un lugar remoto, lleno de naturaleza, intimidad, amplio y bello donde poder experimentar y convivir con los dos grupos de caballos que aquí viven en semilibertad, gozando de una vida social plena, amplios espacios, alimentación natural, geografía variada y toda la estimulación sensorial que un caballo necesita para estar física y emocionalmente sano.



Nuestros caballos están en buenas manos
